Amo al mar, útero de donde procedemos
los habitantes del
planeta Tierra, dijeron los sabios.
Lo amo, confío en los
sabios y
creo en la ciencia
y malicio de profetas que apelan a la fe y nos dicen no
preguntes
y nos ordenan creer a hombres de quienes recelamos.
Creo en la esperanza,
espero.
Creo en la razón,
razono.
Venero a la madre que
nos parió,
al útero, no a la costilla, no al relato, sí a las aguas
que cubrían al
planeta, sí a la evolución de las
especies.
Creo en Darwin, no en
Sidharta, no en Mahoma, no en Mateo.
Amo al mar, mi mar, el
mar nuestro de cada día.
Recuso la Fe , apuesto por la Esperanza , abrazo la Caridad.
Virtudes humanas, no mandatos
teológicos.
Amo al mar. Creo en
el mar. El mar, espacio de especies,
de vientos francos, de proas ceñidas, de pescas,
donde las tormentas estallan
y reposan los navegantes.
Al mar que no abriga a
mezquinos patrones
responsables de sillas
vacías en mesas familiares.
No es culpable el
mar, respeta al marino si es respetado.
Amo al mar
donde barrené olas
rescaté náufragos
topé ballenas
y surqué con orcas
y me acecharon
barracudas
y nadé entre corales
y peces de colores
y forniqué en aguas
calmas amarrado a mi barco
y coseché amistades
y compartí el vino
y guisos demorados en
ollas porque mañana saben mejor.
¡Ah, mar!
PASTOR URDINARRAIN (86)
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